Los cambios ocurren de manera imperceptible para el ojo cotidiano, no es cuestión de años sinó de algo mucho más complejo; detalles por aca y por allá, pequeños cambios a lo largo del correr de los años, grandes revoluciones... Todo eso sumado con sus efectos impredecibles tornan el panorama confuso.
Por eso es que la historia se entiende luego de que ya no nos toca, porque es más fácil ver el pasado, escrito en nuestra memoria y más difícil sentir el presente, vagando en el aire del discurso diario, colindando con las espectativas del futuro. ... nos confundimos, nos atormentamos, nos dejamos de preguntar... esperamos a que esté escrito en los diarios para pensar en ello... A veces.
Desde hace años he podido darme cuenta de la manera en la que las personas expresan sus creencias religiosas; por muy escuetas y escasas que parezcan, conforman una manera nueva de tomar este asunto en cuenta e incorporarlo a vida de todos los días. Tan fácil es comprobar esto como preguntarle a cualquier persona qué opina de la iglesia católica, o de los sacerdotes, o del mismo dios... Las personas ya no creen lo mismo, aunque así parezca, los presentes en la iglesia los días domingos no son la mayoría; si tomamos una vista panorámica, podemos darnos cuenta de que la religión católica está plagada de disidentes que, sin predicar sus diferencias, mantienen posiciones que SON radicalmente diferentes y que atentan incluso contra las bases de la misma. Se está gestando otra Religión, escondida, subversiva, desorganizada... pero inminente.
El credo del Nuevo Milenio comienza con un no. Comienza con la negación anómica de los patrones que rigen a la sociedad que nos ha visto crecer. La generación de fines de siglo está hecha de las negaciones y contradicciones de este mundo post-postmodernista, caracterizado por el eclectisismo, la innovación, la amoralidad y la rapidez...
El nuevo credo no es rezado en ninguna iglesia, los nuevos dioses no están en altares, la nueva religión ni siquiera es nombrada. La gran mayoría la negaría como tal pero creo que muchos la practicamos. No estoy hablando de algo bueno o de algo malo; no estoy nisiquiera diciendo que creo en ello, simplemente así lo veo:
El Credo del Nuevo Milenio reza así:
No creo en ningún dios que castiga, que prohibe, creo en la plena y absoluta libertad de pensamiento y sentimiento.
No creo en voltear mi cara llena de cicatrices para recibir otro de millones de golpes; creo en devolver el golpe, multiplicado por dos. Creo en la justicia del humano, para el humano y por el humano, creo en que "nadie me va a venir a joder".
No creo en gobiernos que se llevan mi derecho a la vida y a la justicia, no creo en gobiernos que me utilizan porque yo "los elegí"; creo en mi derecho a vivir como yo desee, creo en mi derecho a hacer mi futuro como mejor me parezca.
No creo en otro pecado que el que me daña o dañaría a mi o a mis seres queridos.
No Creo en la abstinencia; creo en el placer.
No creo en la meditación; Creo en las drogas.
No creo en el sexo como fuente de procreación; Creo en el sexo como fuente de placer y poder, creo en el amor como fuente de sexo.
No creo en los próceres antiguos; Creo en los héroes de la televisión.
No creo en la reflexión, creo en los avances tecnológicos.
No creo en la guerra, no creo en la paz, no creo en el papa, no creo en Sai Baba, no creo en Hittler, no creo en los sacerdotes de la iglesia católica, no creo en los indúes, no creo en los budistas, no creo en Nietzsche (no lo conozco), no creo en Richard Bach, no creo en los políticos, no creo en mi prójimo, no creo en las enseñanzas de mis padres, ni en la de mis abuelos, no creo en el conocimiento...
creo...
creo se me está haciendo tarde y me tengo que ir a almorzar.
Buenisimo!
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